Como ilustradora y diseñadora gráfica, Julia trabaja en una oficina compartida que se extiende por dos antiguas fábricas abandonadas a las afueras de Valencia. Durante el primer encuentro, encontramos lugares increíbles con diferentes rincones que ofrecen una excelente iluminación y fondos perfectos. Inspirados por el lugar y el encuentro, surgen las primeras ideas y nos adentramos en el desarrollo del concepto y su lenguaje visual único.
El día de la sesión, lleva un poco de tiempo hasta que logramos capturar exactamente las escenas en las que Julia se siente completamente reflejada.
El moodboard nos da constantemente seguridad e inspiración para nuevos impulsos, hasta llegar finalmente a ese momento en el que todo fluye, el momento que tanto me encanta, en el que las ideas vuelan de un lado a otro como en un partido de ping pong, la creatividad ya no tiene límites y que más tarde se refleja en los resultados a través de la absoluta autenticidad, presencia y energía.
¡Pura magia!