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Para Gala, los jardines de Godella son un trozo de su infancia. Creció aquí, cerca de Valencia. El viejo pabellón con sus ventanas oxidadas le trae recuerdos de su juventud. Aquí es exactamente donde quería bailar, sin música, sólo con sus emociones.
Cada paso la conecta con el lugar, con la naturaleza, con lo que fue y lo que es. Nostalgia y fuerza se funden en su movimiento. El pabellón le da protección, profundidad, pero en el campo abierto no conoce límites. La tierra bajo sus pies, el cielo sobre ella: pura libertad.

Con este rodaje, Gala emprende un viaje hacia el pasado y hacia el futuro.